Si hoy pudiera darte un consejo, sería: no te vayas a dormir
enojado.
Así de simple como suena, o así de complejo como es. No te
vayas a dormir enojado. Ni con vos, ni con un amigo, ni con un familiar, ni con
tu pareja, ni siquiera con tu mascota. No cierres los ojos alejado del corazón
de quien te quiere, y a quien querés. No siembres distancia. No permitas que
florezca la indiferencia.
No estés más de 24 horas mal por un mismo motivo. No te
vayas a dormir enojado. No despiertes con el mismo rencor. No esperes el perdón
del otro. No te lastimes a vos mismo, y tampoco lastimes a los demás. No te
duermas por peleas que no tienen razón de ser. Si realmente duele, es grave, y
sentís que no va a sanar, no te duermas enojado.
El odio es un veneno que solo consumís vos. Mientras no sea
más que un malentendido, una competencia insignificante, una simple tontería
que después ni siquiera vas a recordar. No dejes que el tiempo pase, que todo
se agrave, que la distancia se vuelva cada vez más real. No cierres los ojos enojado,
puede que un día no los abras nunca más. Que el otro se fue, lo perdiste, no
está más. Que el tiempo pasó y perdiste risas, destruiste momentos.
No te duermas enojado, porque si querés a alguien no hay
nada mas tóxico que malgastar la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario