jueves, 1 de mayo de 2025

SENTIR DEMASIADO

No hay mejor forma de ser yo misma que cuando siento demasiado. En esos momentos, me siento viva, conectada con el mundo y conmigo misma. Pero también sé que esta sensibilidad puede ser un desafío en un mundo que a menudo valora la superficialidad y la frialdad.
Recuerdo momentos en que quise pertenecer, en que hice todo para que eso ocurriera. Pero el mundo parecía diseñado para los que no sienten, para los que no se dejan llevar por sus emociones. Y yo era todo lo contrario, era amor, emocional, era verano y primavera. Me sentí sola, como si no hubiera un lugar para mí en este mundo.
Fue entonces cuando encontré mi refugio en los libros, en la escritura, en la música. Leer era sentirme acompañada, encontrar un sentido de pertenencia en las palabras de otros. Escribir era abrazarme cuando todo a mi alrededor me asfixiaba, un modo de procesar mis emociones y encontrar un sentido de calma. Cantar era encontrar mi voz, mi forma de comunicarme con el mundo.
Pero la vida me enseñó que no siempre es fácil ser auténtica. El día que me avergoncé de mí misma fue el día que descubrí que la vida es una fiesta de disfraces donde todo el mundo va con máscaras y yo estaba asistiendo con mi propia cara. Me di cuenta de que la sociedad nos pide que nos adaptemos, que nos pongamos una máscara para encajar. Pero yo quiero ser yo misma, sin miedo a ser juzgada o rechazada.
Lo único que nos sostiene es amar. Amar sin condiciones, amar sin miedo. Y yo quiero aferrarme a la vida, quiero vivirla con intensidad, con pasión. Quiero sentir todo, lo bueno y lo malo, lo que me hace feliz y lo que me hace sufrir.
Cuando somos extremadamente sensibles, nacemos siendo especiales. Y si el mundo y nuestro entorno no protegen esa sensibilidad, aparece un vacío emocional, un espacio, un dolor que nos corrompe. Pero no debemos dejar que eso nos defina. Debemos encontrar la forma de proteger nuestra sensibilidad, de cuidarla y de hacerla florecer.
Al final, cuando ya no quede mucho tiempo, solo importa cuánto amamos. Cómo. A quiénes. Solo lo que sentimos. Lo que nos hicieron sentir. Solo qué nos hayan cuidado y hayamos cuidado. Esto es lo que nos queda, lo que nos hace humanos.
Deseo que puedas proteger esa vulnerabilidad y que quienes te rodean la encuentren preciosa. Deseo que en tu vida ya no importen las reglas que te dicen: que debés querer o expresar menos, o que no  debés involucrarte tanto. Alejate de quienes te hacen sentir que ser quien sos es un defecto. Que la intensidad sea tu bandera. Sé siempre vos mismo. Y que algún día alguien se muera de amor por vos también. Al final de todo, es más feliz quien más amó. Lo mejor que te puede pasar cuando sentís demasiado, es encontrar a quien sienta como vos. Ser como somos, es una virtud. Nunca lo dudes.