No querés irte, no querés escapar. Pero te vas, porque sí,
por las dudas. Ya sabés de qué se trata, ya te pasó, ya lo viviste.
Ya tenés experiencia en eso de querer y que no te quieran.
Ya sabés lo que es dar y que no vuelva.
Y ahí, es cuando tu coraza actúa por vos. Te defiende aunque
nada ni nadie te esté atacando. Porque sí, por las dudas.
Y sí, ahí estás, flotando entre esas ganas de que te pase
todo, y ese miedo a que otra vez, una vez más salga todo mal, y te equivoques.
Y seguís ahí, enojándote con vos por querer dejar de estar y ser así. Y no
saber cómo. Y a la vez, sabés y sentís que estás a salvo. Así, nada ni nadie te
volvió a lastimar.
Y así vas, viendo como a otros les pasa lo que vos querés
que te pase, viendo como otros sienten lo que vos querés sentir. Y te
preguntás, como hacen? Ojalá me pase a mí.
El OJALÁ no puede solo, necesita la ayuda de un BASTA. En
algún momento, vos, sí, solo vos vas a saber cuándo, vas a tener que buscar el
disfraz de valiente y salir a jugártela una vez más. Porque siempre alguien
escucha ese grito mudo disfrazado de sonrisa, siempre alguien ve esas ganas
disfrazadas de todo bien.
Y vos sabés mejor que nadie que no está todo bien. En algún
momento vas a saber cuándo ya estás preparado para que todo eso que merecés te
encuentre, te guíe y te impulse a volar y nunca te suelte.
Vos no tenés que buscar, sólo creer que va a llegar, y
permitir que todo lo que soñás te encuentre.
Cuando todo lo que hagas, todo lo que sientas te apasione,
te llene el alma, el corazón, y te haga feliz, significa que llegó el momento,
ese momento de ver tus heridas hechas cicatriz y simplemente agradecer y sonreír.