lunes, 1 de agosto de 2022

DAR

Dar, a veces, duele más de lo que fortalece.
Dar de más. Dar en exceso. Dar porque sí. Dar demasiado. Dar esperando recibir algo a cambio. Dar, dar, y dar para ser necesitado. Dar para algo.
Gente que da tanto, que carga cruces que no le pertenecen. Gente que se ofrece en cuerpo y alma. Gente que se ofrece con el corazón para salvar, rescatar, curar al otro.
Muchas veces, esa gente da por miedo. Y a veces, no nos damos cuenta, o sí, pero no lo queremos ver, no lo queremos escuchar, no lo sabemos sentir o aceptar. Miedo a que si no da, el otro no lo quiera. Da por miedo al abandono, a la soledad.
Entonces, uno da cubriendo cada uno de los espacios, las necesidades, las urgencias del otro. Y quizás, sin darse cuenta se está postulando como imprescindible, necesario, indispensable. Y el otro, acepta. Acepta porque le sirve, le resuelve, le facilita la vida. A veces, agradece, pero no pudiendo devolver lo que el otro le dio.
Un día dice “basta”. Sabe que no puede pagar esa cuenta, esa deuda que ni siquiera él la generó. Un poco enojado y cansado de ser rescatado, grita “basta”. Yo no te pedí nada.
Muchas veces, no nos damos cuenta, pero quien más da, es quien más amor necesita. Quizás ese alguien no sabe pedir, y por eso se disfraza de papá Noel, dando hasta lo que no tiene. Y así el mundo lo conoce por quien es necesitado por todos, pero amado por ninguno.
Amar no es necesitar. Amar es ser. A la gente se la ama por lo que es, y se la necesita por lo que da.