Y si estás muy triste y te sentís perdido, agarrá una foto de
cuando eras un niño, mirate a los ojos y pedite perdón por haber dejado de
sonreír.
Muchas veces, cuando vamos creciendo, nos olvidamos de
pedirnos perdón por todo eso que no pudimos entender, por todas esas culpas y
responsabilidades que nos fuimos cargando, por todos esos miedos que fuimos
llevándonos no solo de nosotros mismos, muchas veces, también miedos de otros.
Perdonate por haber guardado silencio frente a la injusticia, por no haberte
hecho escuchar cuando fue necesario, por las infinitas veces que quisiste ser
más feliz y por hacer lo correcto no lo fuiste, y agradecé a los que nunca te
soltaron la mano.
Amate con ganas, con todo. Mandá todo a la mierda y fijate
todo lo que pudiste lograr y cambiar.
Guiñate un ojo, sonreí, abrazate fuerte y empezá a caminar.
El mundo es tuyo.
Otra vez. Una vez más.
Empezá a ser feliz, sin hacer ruido que posta no hace falta.