Cuántas veces no fuimos a tomar un mate con un amigo, con la
familia porque teníamos cosas mejores que hacer?
Cuántas veces postergamos una charla para cuando haya
tiempo?
Cuántas veces miraste a alguien a los ojos desbordando de
amor, con ganas de gritarle, no sabés lo que te quiero.
Y ahora todo se reduce a un por favor, cuidate.
Y ahora extrañamos. Extrañamos más que nunca.
Extrañamos ese: En un ratito paso y te cuento. Abrime. Estoy
afuera. Estoy llegando. Yendo.
Extrañamos ese beso que nos hacía explotar el corazón de
amor.
Extrañamos ese abrazo que muchas veces unía partes rotas y
nos hacía sentir a salvo.
Extrañamos ese mate compartido.
Y tanto extrañamos, que tenemos que entender que la única
manera que existe para recuperar esos abrazos, esos besos, esas charlas, esos
mates y esos encuentros con el otro es esperando, y cuidando la vida propia, y
también la de al lado.
Y si extrañamos entonces no queda más que cerrar los ojos y
amar con fuerza. No queda más que esperar correr al encuentro.
Si extrañamos no queda más que jurar por respeto a la vida,
que vamos a recordar el valor de la familia, los amigos, las charlas, el
tiempo, el amor frente a frente, juntos.
Todavía estamos a tiempo.