No sabés cómo, ni cuándo, tampoco por qué, pero te
enamoraste. No sabés cuando sucedió, mucho menos a qué hora y en donde, pero te
pasó, sí, a vos te pasó. Sabés que no hubo testigos, ni si quiera vos podés
contarlo, pero te pasó.
Y ahí, es cuando sabés que es amor, lo sabés porque no
necesitás entenderlo, tampoco querés descubrirlo, sólo querés sentirlo y
vivirlo.
Todo el mundo te pregunta; de qué te enamoraste? Y no, no lo
sabés, y tampoco podés explicarlo, porque sabés que nadie puede sentirlo como
vos, nadie sabe lo que es el amor hasta que lo siente. Sólo podés decir, que es
mágico, especial, y raro a la vez, y eso te inquieta y al mismo tiempo te
paraliza.
Sólo te sentís capaz de afirmar, que se siente, pero no se
toca. Y te nutre, te llena de vida.
Así funciona. Si no sabés por qué te sentís así, por qué
estás tan enamorado como nunca, como todos esos como nunca que sabías que
existían, pero nunca los habías cargado entre tus dudas, como todos esos como
nunca que la gente decía, repetía, pero vos jamás lograbas entender.
Ahora lo único que sabés y entendés, es que no entendés
nada, pero sentís todo. Y que este misterio, esta intriga, este enigma, es lo
único de lo que no quisieras liberarte nunca jamás, porque te hace bien, te hace
feliz, y te hace sentir vivo.