Canto y escribo lo que amo, lo que pienso, lo que siento, y
sobre todo, lo que soy.
Amo cosas chiquitas, diminutas, esas pequeñas cosas que
nadie ve, nadie siente, y nadie escucha. Bueno, esas amo yo. Esas cositas
simples, cositas hermosas.
Aciertos, expresiones, gestos, muecas, palabras, respiraciones,
señas, silencios, risas, sonrisas, suspiros, virtudes, su voz. Y también todo eso
que ni él sabe que tiene. Cicatrices, defectos, errores, imperfecciones, lunares,
miedos. A mí me gusta descubrir lo bueno, lo interesante, lo extraordinario, lo
diferente, y enamorarme de todo eso.
Él quizás no es tan curioso, quizás no tiene ni la más
pálida idea de cómo ver cosas en mí que ni yo misma veo, cosas que ni yo sé que
tengo. Él quizás ve lo que ve, y ya está, se conforma con eso, pero no me
importa. Porque eso nos hace distintos.
Somos tan distintos, que eso hace que cada día me enamore
más. Y no, sabés que no, no quiero que cambie, porque me gusta así. Para
enamorarme de alguien igual a mí, suficiente tengo conmigo.
A mí me gusta descubrir mundos diferentes, y que mejor mundo
que ese que hay detrás de su sonrisa, simple y auténtica.
Yo lo elijo a él porque lo quiero así, entero, original, y
quizás no es perfecto para los demás, pero para mí sí, y eso a mí, me alcanza.