miércoles, 1 de julio de 2015

DECISIONES

Todo el tiempo estamos tomando decisiones. Grandes o pequeñas, seguras o arriesgadas. Incluso, cuando decidimos no hacer nada también es una decisión. Y todas tienen sus consecuencias.
En cada una de ellas, se refleja un poquito de nuestro ser, ya sean creencias, valores, actitudes, y la manera de pensar. Con cada una, intentamos llegar a ser la persona que realmente queremos ser. Y sí, más de una vez, tomamos decisiones pensando en las necesidades de los demás, cuando en realidad, sólo importa lo que a nosotros nos hace bien, lo que a nosotros nos hace felizes. Esto no quiere decir que seamos egoístas, sino que elegimos seguir nuestro instinto, escuchar al corazón y correr el riesgo.
Así como hay decisiones fáciles de tomar, también están las difíciles, las que obviamente traen consecuencias que llegan a definir muchos aspectos de la vida. Generalmente, estas decisiones, suelen venir con varias opciones, por lo que se nos hace complicado elegir.
Una buena manera de tomar la decisión correcta es valorando quiénes somos, y reconociendo nuestras debilidades y fortalezas, y sobre todo, cuáles son nuestros deseos y valores ante la vida.
Cada decisión implica  cambios, por lo que aparecerán los miedos y las dudas,  pero nadie más que nosotros mismos sabemos si fue la mejor elección.
Y sí, podemos equivocarnos, no nos olvidemos que de los errores se aprende y que gracias a ellos nos llenamos de experiencias y sabiduría.
Nadie más que nosotros mismos, elegimos si ser el protagonista de nuestra vida, o un simple espectador. Así que lloremos si lo necesitamos, enojémonos cuando haga falta y alejémonos lo necesario para poner en orden las ideas. Evitemos decisiones impulsivas y tendremos menos cosas de las que arrepentirnos.