lunes, 1 de diciembre de 2014

SOLTAR O NO SOLTAR

Él siempre supo que yo no quería flores, ni cenas románticas, ni toda esa cursilería material que nos hiciera parecer discos rallados de película.
Yo sólo quería que me abrazara, que me apretara, que me besara, que simplemente me quisiera.
Yo quería un amor sin aniversarios, sin anillos, sin planes, sin cadenas, sin obligaciones, ni reproches.
Yo quería algo puro, sincero, fuerte. Algo que marque, que quede tatuado en el alma, en el corazón, en la piel. Algo diferente, especial, y sólo nuestro.
Yo no quería corazones, ni frases mal usadas, y mucho menos fotos de momentos mal contados.
Yo quería sonrisas y miradas cómplices, mates con sabor a ahora, instante, presente. Quería charlas largas, transparentes, profundas. Quería aventuras, locuras, y amor.
No quería regalos, sólo quería guardar pedacitos de momentos, ya sea un papel, un caracol, o el pétalo de una flor, lo que sea necesario para que me trasladara otra vez ahí, a ese instante donde alguien supo hacerme feliz.
Con él, yo era yo, y eso es más extraordinario que cualquier prototipo de relación. Yo era auténtica, genuina, real, como si estuviese completamente desnuda a toda hora. No disfrazaba mis monstruos, ni escondía mis dudas. Yo era yo, y por eso sé que nunca voy a olvidarlo, porque cuando uno encuentra en el mundo ese pedacito de universo en donde se siente pleno, en donde se siente vivo y feliz, jamás lo olvida.
Y a mí, recordarlo no me hace daño, no me duele. Creo que el peor consejo que podemos dar es ese de “soltá”. Soltar es para cobardes. Yo no puedo ni quiero soltar tan buenos recuerdos, y mucho menos voy a olvidarlo. De la boca para afuera olvidar siempre es lo más conveniente, pero yo no hago lo que me conviene, yo hago lo que me dicta el instinto, la intuición, el corazón de amar en las buenas, en las malas, y siempre.
Quizás, la vida no vuelva a cruzarnos otra vez, a una misma hora y en un mismo lugar, pero el recuerdo de lo que vivimos es mío, y me lo guardo y lo atesoro. Porque con él me descubrí. No es para nada fácil la duda, la intriga, el miedo. No es fácil asumir que pase lo que pase aquel amor no morirá jamás. No es fácil cargar con algo tan grande, tan bueno, tan lindo, tan positivo, tan mágico. Pero es hermoso saber que tenés ahí guardado algo que nadie nunca podrá quitarte. Su recuerdo.