Y no, no te diste cuenta. Quizás, yo no estaba ahí, a tu
lado, no estaba cerca, pero siempre intentaba evitar tus caídas, tus lágrimas,
tu dolor.
No, no te diste cuenta que cada noche, antes de irte a
dormir yo intentaba cuidarte, intentaba hacerte sonreír, y que tus pensamientos
fueran más lindos, buenos y positivos, para que puedas descansar profundamente
y despertar y que me encuentres en los primeros.
No, no te diste cuenta cuando te quise escuchar, cuando te intenté
entender, cuando quise ser parte de tu mundo, de tus sueños, de tu vida.
No, no te diste cuenta que te estaba abrazando, que te
estaba acariciando tus heridas para que se vuelvan cicatrices, que sólo quería conocer
tu historia y que juntos escribamos una nueva.
No, no te diste cuenta que odié en secreto a cada una de las
personas que te dejaron marcas, de esas que duelen al tacto, al rose, de esas
que no son huellas, son heridas, heridas profundas, cicatrices llenas de
historia.
No, no te diste cuenta que todas esas veces que te sentías
solo, estaba yo ahí, esperando un lugar, suplicándote que me ayudes a ayudarte.
No, no te diste cuenta que me tenías cada vez que querías,
cada vez que me necesitabas, cada vez que tu corazón y tu alma pedían a gritos
ser escuchados.
No, no te diste cuenta nunca que me estaba lastimando para
sanarte. No, no me di cuenta.
No, no me di cuenta nunca, hasta hoy, del mal que me hice,
de lo mucho que me lastimé esperando que puedas y quieras recibir todo mi amor.
Y es que hoy me doy cuenta que hay piezas que simplemente no encajan, no coinciden, no son correspondidas, no están destinadas a contar una historia.
Y es que hoy me doy cuenta que hay piezas que simplemente no encajan, no coinciden, no son correspondidas, no están destinadas a contar una historia.