No hay mejor forma de ser yo misma que cuando siento demasiado. En esos momentos, me siento viva, conectada con el mundo y conmigo misma. Pero también sé que esta sensibilidad puede ser un desafío en un mundo que a menudo valora la superficialidad y la frialdad.
Recuerdo momentos en que quise pertenecer, en que hice todo para que eso ocurriera. Pero el mundo parecía diseñado para los que no sienten, para los que no se dejan llevar por sus emociones. Y yo era todo lo contrario, era amor, emocional, era verano y primavera. Me sentí sola, como si no hubiera un lugar para mí en este mundo.
Fue entonces cuando encontré mi refugio en los libros, en la escritura, en la música. Leer era sentirme acompañada, encontrar un sentido de pertenencia en las palabras de otros. Escribir era abrazarme cuando todo a mi alrededor me asfixiaba, un modo de procesar mis emociones y encontrar un sentido de calma. Cantar era encontrar mi voz, mi forma de comunicarme con el mundo.
Pero la vida me enseñó que no siempre es fácil ser auténtica. El día que me avergoncé de mí misma fue el día que descubrí que la vida es una fiesta de disfraces donde todo el mundo va con máscaras y yo estaba asistiendo con mi propia cara. Me di cuenta de que la sociedad nos pide que nos adaptemos, que nos pongamos una máscara para encajar. Pero yo quiero ser yo misma, sin miedo a ser juzgada o rechazada.
Lo único que nos sostiene es amar. Amar sin condiciones, amar sin miedo. Y yo quiero aferrarme a la vida, quiero vivirla con intensidad, con pasión. Quiero sentir todo, lo bueno y lo malo, lo que me hace feliz y lo que me hace sufrir.
Cuando somos extremadamente sensibles, nacemos siendo especiales. Y si el mundo y nuestro entorno no protegen esa sensibilidad, aparece un vacío emocional, un espacio, un dolor que nos corrompe. Pero no debemos dejar que eso nos defina. Debemos encontrar la forma de proteger nuestra sensibilidad, de cuidarla y de hacerla florecer.
Al final, cuando ya no quede mucho tiempo, solo importa cuánto amamos. Cómo. A quiénes. Solo lo que sentimos. Lo que nos hicieron sentir. Solo qué nos hayan cuidado y hayamos cuidado. Esto es lo que nos queda, lo que nos hace humanos.
Deseo que puedas proteger esa vulnerabilidad y que quienes te rodean la encuentren preciosa. Deseo que en tu vida ya no importen las reglas que te dicen: que debés querer o expresar menos, o que no debés involucrarte tanto. Alejate de quienes te hacen sentir que ser quien sos es un defecto. Que la intensidad sea tu bandera. Sé siempre vos mismo. Y que algún día alguien se muera de amor por vos también. Al final de todo, es más feliz quien más amó. Lo mejor que te puede pasar cuando sentís demasiado, es encontrar a quien sienta como vos. Ser como somos, es una virtud. Nunca lo dudes.
Eve Hernández
En cada frase, palabra y letra, se esconde lo que pienso, lo que quiero, y lo que siento... Lo que leés es lo que soy... Simplemente, te invito a que me leas... Esta es mi manera de ver el mundo y la vida!!!
jueves, 1 de mayo de 2025
SENTIR DEMASIADO
miércoles, 1 de febrero de 2023
DECIR NO
Que importante es aprender a decir no.
Que importante es respetarse y quererse.
Cada vez que decimos sí a situaciones que no queremos vivir, nos morimos un poco.
No hablo de esas pequeñas cosas que escapan de simples elecciones porque desde ya hay obligaciones y responsabilidades a las cuales no podemos renunciar porque sí. No estoy hablando de eso.
Hablo de esos no más chiquitos, más cotidianos, más insignificantes o que muchas veces pasan desapercibidos. Esos no puedo ir. No quiero. No tengo ganas. No me gusta. No, no y no.
Basta de decir sí cuando queremos decir no. Aprendamos a decir no sin culpa, sin miedo. Aprendamos a respetarnos y a querernos. Ya bastante nos fallan a veces los demás, como para hacerlo con nosotros mismos. Ubicar, poner límites, ignorar lo que no suma, decir no y dormir tranquilos, no debería ser una excepción, debería ser una prioridad para vivir mejor.
domingo, 1 de enero de 2023
HOGAR
Hogar sos vos.
Vos, y eso que sos, quien sos. Eso que te conmueve, que te eriza la piel, todo eso que sentís. Todo lo que pensás. Y tu forma de vivir.
Vos, y todas las infinitas risas desparramadas en cada rincón. también todas las lágrimas, los bailes, cada canción que cantás.
Vos, y el amor con el que hacés, das y compartís cada cosa. Vos, y los mates de la mañana. La cena con amigos de los sábados. Los almuerzos en familia de los domingos. Los cumpleaños. Las navidades. Cada instante que se vuelve un segundo infinito.
Vos, y cada una de las personas que amás y te aman. Vos, solo o acompañado. Vos con tus hijos. Con tu pareja. Con tus amigos. Con tu familia. Con tu mascota. Con quien sea. Con quien seas. Con quien puedas simplemente ser, sin tener que parecer.
Vos, y el amor que recibís, el amor propio, y el amor de los demás. Vos, y esos abrazos que lo protegen todo. Vos, y cada persona que elegís.
Hogar son las manos que lo construyen. Las tuyas, las mías, y todas las que elijan sumarse.
El hogar construido con cimientos sinceros, hecho con el amor más genuino, sano y verdadero, no se puede derrumbar jamás.
No es fácil construir ese mundo aparte, que nos cobija y nos protege de todo, ese refugio, al que llamamos hogar.
Así que si alguna vez sentís que se está derrumbando, pensá que lo mejor, siempre y pase lo que pase, está por venir. Confiá.